un pollo y otros seres extraños
Mi madre me llevó a un ama pensando que aburría en casa. En los 60, un ama era una guardería en una casa particular. Los demás niños tendrían 5 ó 6 años, yo tenía 3. Mientras ellos aprendían a sumar, a mí me dijeron que dibujara. Dibujé un pollo.
Cuando mi madre vino a recogerme, la profesora le dijo que yo era poco menos que Picasso. Tan contenta me puse que al día siguiente me lucí un poco más y dibujé una malagueña y unas parejas vestidas para la feria.
A pesar de mi éxito, le dije a mi madre que no quería volver "al colegio", que prefería quedarme dibujando sola en casa. Mi cuarto era el cuarto de estar y tenía chimenea. Por la noche entraban seres de otro planeta. Yo sabía defenderme. Tenía mi ejército de muñecos Dunkin. Los ponía bajo la almohada. El elefante, el león, el oso y el cocodrilo podrían con ellos. La más valiente la tortuga, siempre en primera línea de fuego.
¡escritores con gorra, uníos!
estaba de paso, y se quedó
Hay tres niños columpiándose. Uno a contrapelo para poder reírse, todavía más, cada vez que se cruza en el aire con sus amigos. Un auténtico disfrutón.
malagueñas de adopción
1970-2015
(Juan Luis y José manuel, 1970) |
(Alejandro, 2015) |
burrito/caballo maño
sarriana y amazona
nunca le puse nombre, pienso ahora
(y Chupetín, desmayada a mis pies) |
desde méxico, con amor
aprendiz de equilibrista
burritos del mundo, uníos
fotos que dan vida
pero que vuelva pronto!
http://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2016/11/16/burrito-platero-parque-restaurado/890204.html
el juego de los quesitos
compás
libreta diario
digo estuche, y salivo
bimbo vs panrico
triunfa con risi
Mi vida era muy sana. Nada de pastelitos, nada de patatas fritas de sobre. Por eso, cuando en el anuncio sonaba aquella cancioncilla, "Patatín patatán, patatín patatán, patatas fritas Risi, a mí me gustan más", yo gritaba aún más fuerte que los niños del anuncio la última frase: "¡Triunfa con Risi!". Triunfar, supuse entonces, era conseguir aquel muñeco dentón con los brazos en jarra. Lo olvidé también, como tantas cosas, cuando mi padre empezó a comer chuletillas de cordero, y yo a coleccionar estampas Bimbo.
Supongo que conté esta historia muchas veces, como quien siembra con los ojos vendados, hasta que un día mi amigo Andrés apareció en casa con aquel muñeco. Triunfar era esto, me dije, saber esperar.
Años más tarde Andrés se convertiría en el padre de dos de mis sobrinos. Algún día les contaré a Darío y a Nadia esta historia, y les daré a Risi para que todo case, patatín patatán y todos los etc.