platero y ellos

Mi amigo MarioV, amable como él solo (en este caso acompañado), me envía esta foto. Prueba fehaciente de que debo replantearme mi propia teoría de que los niños que no se suben al burro de pequeños, salen raros. Algunos que se suben también. Afotunadamente.

"Los tres hermanos Montañez, dos de ellos vestidos como falsos gemelos, posan un domingo de verano, o puede que primavera, de mediados de los setenta del que ahora llamamos con cierta arrogancia "pasado siglo". La hora, delatada por el reloj cúbico y torcido del fondo, es las 12 y cuarto. Sandra, nacida en 1972, es la primera en montar. Con la mano izquierda, se aferra a la crin, ya entonces dorada por las manos de otros niños. Es la única que parece tomarse al burrito como lo que es, sonriente, segura y divertida. Tal vez le ayude saberse agarrada por el hermano mayor, Antonio José, que la sostiene mientras muestra la calma de un jinete experto, un monarca habituado a retratos ecuestres. A él también recurre, con la cara de pánico que pondría un mal actor, Mario (habrán de pasar años para que asumiera Virgilio como segundo nombre). Arqueado el cuerpo, como si rehuyera el contacto fraterno, pero a la vez apretando el pecho de Antonio, Mario Virgilio Montañez parece intuir que está a punto de quedar apeado del burro, de ser puesto a caer de un burro de bronce. Tal vez camino de Damasco."