platero y ellos

Mi amigo MarioV, amable como él solo (en este caso acompañado), me envía esta foto. Prueba fehaciente de que debo replantearme mi propia teoría de que los niños que no se suben al burro de pequeños, salen raros. Algunos que se suben también. Afotunadamente.

"Los tres hermanos Montañez, dos de ellos vestidos como falsos gemelos, posan un domingo de verano, o puede que primavera, de mediados de los setenta del que ahora llamamos con cierta arrogancia "pasado siglo". La hora, delatada por el reloj cúbico y torcido del fondo, es las 12 y cuarto. Sandra, nacida en 1972, es la primera en montar. Con la mano izquierda, se aferra a la crin, ya entonces dorada por las manos de otros niños. Es la única que parece tomarse al burrito como lo que es, sonriente, segura y divertida. Tal vez le ayude saberse agarrada por el hermano mayor, Antonio José, que la sostiene mientras muestra la calma de un jinete experto, un monarca habituado a retratos ecuestres. A él también recurre, con la cara de pánico que pondría un mal actor, Mario (habrán de pasar años para que asumiera Virgilio como segundo nombre). Arqueado el cuerpo, como si rehuyera el contacto fraterno, pero a la vez apretando el pecho de Antonio, Mario Virgilio Montañez parece intuir que está a punto de quedar apeado del burro, de ser puesto a caer de un burro de bronce. Tal vez camino de Damasco."

teoría

Tengo una teoría: los niños malagueños que no se hacen foto en el burrito del parque, de mayores son tíos mu raros. El poeta malagueño Andrés Gómez Miranda no tiene foto en el burrito del parque (ahora comprenden muchas cosas, ¿verdad?). Así que el otro día subí a su hijo, mi sobrino Darío, para evitarle de mayor disgustos innecesarios. Bienvenido.

la otra cleo

Nunca, ni de niña, le vi la gracia a los patitos de goma (ni a los patos en general; bueno, quizá, sólo al pato Saturnino de la tele). La cuestión es que en los 60 yo me bañaba con Cleo la pez de Gepetto, el padre de Pinocho. Y en los 2000, también (bueno desde lo del cambio climático Cleo suele mirarme, desde secano, mientras me ducho).

figuritas

Después vinieron las figuras de animales y personajes de dibujos animados. Juraría que después aparecieron las figuritas Disney, pero hay quien asegura que ésas venían en los golletes de las Coca-cola de un litro. Coleccioné figuritas hasta 5ºEGB. Las repetidas las cambiaba con una niña más pequeña. Recuerdo que una vez me dio un Pluto color blanco. Yo tenía los ojos acostumbrados al amarillo, verde y morado. Aquel perro blanco me causó placer y repugnancia a partes iguales. Acabé dándoselo a mi hermana. Mi hermana aún echa de menos su Blancanieves amarilla. Yo a un sobrino de Mickey. Conservo muy pocos. Hace dos años encontré por la calle una tortuga Dunkin y sentí pena y alegría también a partes iguales. Pena por quien la hubiera perdido, alegría porque fue a caer en buenas manos. Siempre he pensado que nada se pierde, que todo va cambiando de dueño, que siempre habrá alguien como yo que cuide de esos fetiches. Se lo digo siempre a mi hermana: Seguro que tu Blancanieves está a salvo en cualquier caja de zapatos.