digo estuche, y salivo

Digo septiembre y me huele a plástico. A forro de libros, a estuche nuevo. Digo septiembre y me pican las piernas. Aquel uniforme gris y las medias azules hasta las rodillas cuando todavía quedaban turistas en la playa.

Digo estuche y mi boca saliva, pastosa y dulce, no sé si de placer o sinestesia (como cuando digo Mantegna y me viene un sabor agrio).

Los estuches solían traer un transportador de ángulos, pero los buenos, los de dos pisos, traían escuadra y cartabón. En 5ºEGB (supongo que para premiarme por haber terminado en un solo año 3º y 4º), me compraron uno. En un piso lápices, en el otro rotuladores. Tenía de todo, hasta lupa y compás. El compás se rompió pronto. Mi padre me dio uno de los suyos. El compás de mi padre me lo robó mi compañera de banca. Digo septiembre y veo sus ojos muy oscuros, brillando, cada vez que yo abría el estuche.