el último verano

Sería bonito decir que todo empezó aquí, pero es mentira. Sí es verdad que aquel verano tomé la decisión de cortarme el pelo, deshacerme de aquella melena brillante que tuve que soportar hasta hacer la comunión. También fue el primer verano en que me rebelé a seguir vistiendo igual que mi hermana. Dos disgustos seguidos para mi madre. El burrito del parque nunca estaba frío como cabía esperar de una pieza metálica. Bien el sol, bien el culo de tantos y tantos niños, le mantenía templado el lomo. Lo monté muchas veces, pero mi padre sólo me retrató aquel verano del 73 en que los pies casi me llegaban al suelo. No recuerdo haber pasado vergüenza. Sí recuerdo que procuraba ponerme falda para sentirlo entre los muslos desnudos. Cuando vi la foto, también decidí no volver a subirme. Como cabía esperar, aquello no disgustó a nadie.