libreta de nacidos

Al nacer no traías un pan, traías una libreta con un escudo que daba susto. El Estado te regalaba 50 pesetas. Mi abuelo Manuel ingresó 200 más. Conservé la libreta activa hasta el Instituto. Disfrutaba con la cara de estupor del cajero cuando la desplegaba ante sus ojos para ingresar lo que ganaba pasando trabajos a máquina. Una tarde saqué todo lo que tenía y me compré una bici de carreras. Una preciosa y dorada Orbea Moncayo que me dio grandes satisfacciones. Muchos años después se la regalé al poeta Antonio Blanco, y me consta que le dio buen uso, pero eso es ya otra historia.