la osita mateo

Nací en noviembre. En enero ya estaba conmigo. Mi padre cuenta que la compró en Tembury, le costó 125 pesetas. Todavía no tenía nombre o, si lo tenía, nadie la había nombrado. No sé quién le puso Mateo a pesar de llevar falda. ¿La primera osita travesti de la historia?, podría ser. Desde luego no parecía cumplir normas. De las cuatro patas le asomaban unos alambres duros y los ojos eran dos chinchetas de madera, tamaño tragable, exquisitamente afiladas. Mi hermana le arrancó los ojos, las orejas y el rabo, torera ella. Se las volví a coser con doce años. Doce años Mateo y yo. En enero del 2010 celebraremos 46 años juntas. O juntos.